domingo, 21 de marzo de 2010

CV

Mi nombre es MatíasF, tengo 27 años y no fumo. Mi pasatiempo es leer, aunque creo que no tuve elección en esto básicamente por dos razones. La primera es que mis padres leen. Mucho. Y la segunda es que no tuvimos electricidad en mi casa hasta que comencé sexto grado. ¿Es por eso que leo libros en vez de mirar televisión? No lo sé. Leer es, supongo, sólo cuestión de empezar. A veces caminaba un kilómetro sólo para ver en una tele en blanco y negro al Batman interpretado por Adam West. La mayoría de las veces leía un libro. Aunque al principio, por supuesto, me los leían. María Elena Walsh, la colección del Pajarito Remendado y esas cosas. Más adelante los libros, heredados, de la colección Robin Hood, esos que cuando conservaban las tapas eran amarillos. Y los del Barco de Vapor comprados en la Feria del Libro, Patoruzú, Asterix, los comics americanos editados en España por Zinco, D´artagnan, Billiken. Y después algunos de la biblioteca “para grandes” Conan Doyle, Arlt, Soriano, Cortázar y muchos más. Me acuerdo de ojear de chico una edición de Para leer al Pato Donald sólo por los dibujos. Quizás por eso estoy cursando el último año de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA. Quizás no tiene nada que ver.
Y a partir de ahí Buenos Aires, Universidad, independencia. Y Bukowski, Nietzche, Marx, algunos clásicos, leer para la facultad, buscar libros en las librerías de Corrientes. Después escribir en los ratos libres y no tanto. Un día puse todo eso en un blog Escritores que no escriben (http://escritoresqueno.blogspot.com/) , donde algunos amigos también escribían, algunos se fueron, otros siguieron y alguno está siempre volviendo.
Y ahora trabajo en una farmacia seis horas al día por que me da tiempo para estudiar y hacer otras cosas. Sigo leyendo [las mismas ofertas de Corrientes, las del Parque Rivadavia, algún gusto que me doy – algo de Irvine Welsh o los libros caros de Anagrama- , algo de Palahniuk, la colección Utopía Libertaria, algunos blogs, la colección que saca el diario Pagina/12 de Anagrama y básicamente todo lo que cae en mis manos]. Últimamente me sorprendió Stephen King, algo que nunca había leído y me aburrí con libros desconocidos comprados por cinco pesos (Ojo! También por ese precio conseguí “Dias de ron” de Hunter S. Thompson). El sistema educativo aportó a mis lecturas dos libros “Mi planta de naranja lima” y “Relato de un náufrago”. Una vez en la calle encontré dos libros: uno de Hannah Arendt y otro de Luis Majul. Regalé el primero y leí el segundo. Quizás debería haber hecho al revés. En la facultad me hicieron leer “El Código Da Vinci”. En la casa de una amiga leí una tarde “El Alquimista”. Es decir, leo de todo. El único género que no me convence, quizás por que me suena a contradicción, es de autoayuda, pero quien sabe…
Ahora si tengo electricidad en mi casa, vivo en Parque Chas, pero todavía no me convence comprar un televisor [A pesar de esto sigo estudiando Comunicación]- Creo que fue uno de los hermanos Marx el que dijo “Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”

viernes, 19 de marzo de 2010

Días difíciles

-y, ¿estás nerviosa?
-sí.
-¿qué tenes?
-no sé.
-¿y que te pasa?
-estoy nerviosa ya te dije.
-¿pero por qué?
-y a vos que te parece.
-bueno no te pregunto más nada.
-mejor, pero después no digas que siempre querés saber lo que me pasa.
-bueno, ¿qué te pasa?
-no sé, ya te dije.
-¿entonces para que querés que sepa lo que te pasa si vos no sabes lo que te pasa?
-ves, te rendís fácil.
-uh, si no me decís no sé, no soy adivino.
-yo tampoco sé, me podrías ayudar.
-bueno, ¿qué querés?
-¿ahora o más tarde?
-¿¡qué querés ahora?!
-chocolate.
-¿querés que baje a comprar?
-¿me querés ver gorda vos?!
-¡te estoy preguntando que querés! ¿¡me podés decir que querés?!
-no seeee. Si supiera sería el fin de mis problemas.
-entonces para qué me tenés dando vueltas acá como un boludo.
-no sé, vos te quedaste.
-¿chocolate entonces?
-sí.

domingo, 14 de marzo de 2010

El secreto del nombre

Es increíble como se empiezan las historias. Y a veces también como terminan. Y en medio siempre hay cosas extrañas. Que no se sabe bien a que vienen. Si es algo en serio o algo que pasa por la cabeza de alguien. Como una interpretación libre de la realidad. Aunque convengamos que la realidad, realidad, no existe.
Esta historia empieza de dos maneras. La primera es un viaje, y no precisamente especial, pero sí. Y también temporal. Un viaje que hice casi sin dame cuenta. Y la otra parte es una frase que me hizo dar cuenta de ese viaje. La frase llego en forma de mensaje de texto a mi celular una mañana que no prometía absolutamente nada que fuera a cumplir. Decía solamente: “No hay vegetariano que no pueda desayunar en México.” Y ahí me acordé de todo.
En el transcurso del día recordé casi todo lo que pasó en ese viaje. Y ese viaje es otra parte de la historia. La parte más real, más tangible, la parte en la que suceden todas las cosas. Malas y buenas. La frase es sólo una clave. Una llave para entrar en ese mundo de recuerdos que fue ese viaje a México.
Ese viaje no fue sólo un viaje. Fue un viaje para conocer y para conocernos. Pero sobre todo para conocer gente. No me acuerdo de todos por distintas razones, por estados de mente, el cuerpo y porque algunos eran realmente aburridos. Recuerdo que había un periodista (siempre hay uno), un búfalo gigante, una persona que por sobre todas las cosas era completo ignorante y por supuesto un vegetariano. Y un auto verde. En ese auto verde cruzando la frontera empieza la historia. Y desde ese instante y hasta el fin del viaje el nombre de mi compañero de aventuras cambió. Dejó su viejo apodo, “Manteca” como quien deja unas zapatillas tan rotas que no sirven más, pero que calzan como un guante. Y adoptó uno que lo acompaña sólo a veces. Desde la frontera y más allá su nombre era “Pachuco”.

viernes, 12 de marzo de 2010

La Fábula del solitario: ¨El amor no alcanza¨

…y sabiendo que amor era lo único que tenía me alejé orgulloso y triste de ser un gran mentiroso, convencido que desde ahora en más viviría sólo del amor, del amor a todo lo que pase por mí. Era mi venganza. Me sentía como un ángel despreciado aunque más tarde el diablo se posaría en mí, y sin darme cuenta de lo que iba a hacer con mi cuerpo y con mi alma caminé hasta que me dolieron los pies olvidándome de todo, y que de ángel a demonio sólo hay un pequeño paso, y la pasión era la diferencia.
Fue la primera vez que le mentí, fue mi primer gran mentira de una serie que no terminaría más, fue el comienzo de mi vida de bufón, de payaso, el comienzo de comprender que la vida es una gran verdad a base de pequeñas bromas, de ser el colador del mundo en forma de una estrella multicolor moldeado para mi propia diversión.
Estaba tan conciente, tan racionalmente loco que pude dejar mis pasiones de lado, sin saber que más tarde esas pasiones volverían en mí con todas sus fuerzas, incontrolables al punto de no saber qué estaba haciendo, actuando sólo por instinto, sacando todo lo animal, corriendo por bosques y desiertos desconocidos en mi ciudad natal, buscando el amor que jamás encontraría de nuevo.
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