martes, 30 de octubre de 2007

Bukowski en Little Horse


Era un domingo. No podía ser otro dia. Resaca al mediodía. Esas resacas que duelen. Esas que sólo se van después de comer. Todos nos levantamos cerca del mediodía. Más o menos enteros. Nos miramos las caras, que es lo mismo que mirarse al espejo. Podría ser peor.
El plan es que no hay plan. Guiados por la ley del menor esfuerzo bajamos en el ascensor hasta llegar a la vereda; cruzamos la calle y entramos a esa parrilla. "La" parrilla de Caballito.
Entre el humo negro del carbón avanzamos, ee el mostrador pedimos. No me acuerdo exactamente qué. Seguro alguno de esos sandwiches que vienen envueltos en ese papel que se hace transparente con la grasa y el aceite. O quizás unos choripanes. O esas hamburguesas gigantes que vienen con un huevo frito. Todo muy sano. Pero no me acuerdo que era. Igual habia que esperar. Afuera.
Un segundo antes de salir miro por priimera vez a mi alrrededor. Muchas familias y nadie que valga la pena detenerse a describir. Sólo una persona resalta entre toda la gente normal. está de pie delante de la barra de ensaladas y elige con lentitud cada una de las verduras que pone en su plato. Es grande. Tiene la cara llena de pozos. Se nota que la vida no lo trató muy bien. Pero también se nota que él dió pelea. Peleas de bar. Y peleas en cuartos inmundos delante de una máquina de escribir. Lo miro a Seba y le pregunto: ¿Ese no es Bukowski?
Sebastián lo mira y ve lo mismo que yo, aunque por lo general el no ve nada. Si, es Bukowski. Bukowski comiendo una ensalada en una parrilla de Caballito. Nosotros ya estamos por salr. ¿Es o no es? Bukowski está muerto. Murió en 1994, el mismo año que Kurt Cobain. Pero ¿es?. Lentamente Bukowski, o alguien muy parecido a él, se acerca a la única mesa libre del lugar. Nosostros ya casi estamos en la vereda. Miro por última vez la mesa donde se va a sentar. Lo único que hay encima es una botella por la mitad de Vasco Viejo. Debería haberle pedido que me firme Factotum, pienso. Pero ya estamos afuera.

domingo, 28 de octubre de 2007

No soy Gastón Pauls

Todo aquel que toma la decisión de contar alguna historia irremediablemente tiene que salir a buscarla. Pintores, periodistas, escritores fotógrafos, conductores de TV; cantantes y movileros de CrónicaTV. Yo no. No entiendo bien porque, pero las historias van a mi encuentro a cada momento.
Se podría pensar que el hecho de no tener que esta buscando historias por ahi es algo bueno, si lo que uno quiere es contar historias. Pero que hasta el hecho más trivial, mas cotidiano, involucre algún hecho, contratiempo, imponderable o anormalidad que valga la pena ser contada es a veces algo complicado. Y a veces algo muy complicado.
Muchos "buscadores de historias" se contentan con prestar atención a su entorno y de
ahi salen sus historias: una conversación escuchada a medias, un lugar de la ciudad que nadie mira, un gesto imperceptible... Otros se internan en gigantescas bibliotecas para encontrar nuevas relaciones en viejos libros. Otros viajan, por el mundo o desde este mundo. Y otros no dudan en hacer cualquier cosa por encontrar esa preciada historia. Esos son los conductores de TV ( y los movileros de CrónicaTV ). Necesitan buscar en todos los lugares posibles algo que contar. En los peores lugares, los más bajos. Tiene que revolver un poco las miserias de alguien para encontrar algo que contar. Yo no. Las historias llegan a mi cabeza casi ya armadas. Sólo hace falta ponerlas en el papel. Gastón Pauls viajó a México, viajó en Peyote (que es un cactus) con un chamán y conversó con un árbol. Todo eso para contar una historia en una entrevista en el desaparecido canal boca TV. A mi se podría decir que los árboles me llaman por teléfono y preguntan si ya volví.




Pero tampoco es fácil vivir así. Diría que es difícil. Que un paseo hasta el supermercado se convierta en una odisea está bien para un día. ¿Pero todos los días?. Una vez por el hombre-máquina, el intento de robo frustrado, el burlador burlado o el día de la peor invitación para tomar una cerveza del mundo. Es un poco mucho. Además está la incertidumbre de no saber que historia va a aparecer. Ni como. Ni cuando. ¿Quien se hubiese imaginado que eso de las "gotitas de amor" iba a terminar así? ¿Y la moneda falsa para carnada? ¿Y el paquete de pastillas que le ofrecí a la cajera? ¿Y el compact disc cambiado? Es un poco mucho. Que demasiao.
Pero después de asumir que esto es así y no va a cambiar, se torna un poco mas fácil. Dejo de sorprenderme y los que se sorprenden son los otros. Entre tantas confusiones, errores, desaciertos , peligros y falta de cordura me siento a gusto. Pero siempre hay algo nuevo que me sorprende, aunque ya estoy preparado. Caminando por la vereda del supermercado con my sister veo a un hombre mirando unos ladrillos tirados en un cantero. El hombre se da vuelta y nos mira. En ese momento (podría haberse quedado callado) nos dice: "pensé que los del supermercado habían tirado todas la zanahorias!". Dio media vuelta y se fue- "Tengo que escribir esto"- pensé mientras my sister se reía.


---------

Documento sin título

Todas las historias (incluso esta) comienzan con un título. Pienso que eso está muy bien, pero a veces se torna complicado titular algo que no sabés como va a terminar. Por ejemplo, un partido de fútbol: se lo titula “Superclásico” y cuando termina te das cuenta que ese cero a cero no tiene nada de súper. Pero el título ya estaba puesto. Creo que para titular algo con final incierto es mejor tener un par de opciones, para poder elegir que título le va mejor a esa historia.
Si hablamos de historias que no sabemos como terminan, las historias de amor son un caso típico. Mi historia de amor (o desamor), esa historia que no se como va a terminar – aunque tampoco sé como va a empezar, pero eso es otra historia- tiene varias opciones de títulos posibles:
“Estoy en contra de la eugenesia, pero en tu caso puedo hacer una excepción”
Es que somos tan lindos, tan arios, tan rubios que un hijo nuestro debería estar prohibido, aunque nuestra intención no sea el mejoramiento de la raza, ni somos parte de un plan secreto de Mengele, nos queremos tanto (o nos vamos a querer) que esto es casi inevitable.
”No creo en las casualidades, pero ya parece que me estás cargando”
Cuando piensa en las millones de personas habitan y habitaron este mundo, los millones de kilómetros cuadrados que el mismo posee, no puedo dejar de pensar en que el hecho de que alguna vez te haya cruzado es una casualidad muy grande. Pero que además trabajes en el bar que voy todos los días me parece demasiado. Entiendo que los dos simpaticemos con las ideas anarquistas, porque de anarquistas está lleno este mundo (aunque pocos lo saben). La gota que colmó el vaso fue ese día que te encontré en el colectivo que me tomo siempre para volver a mi casa. Ya es demasiado. O me estás cargando o estamos hechos el uno para el otro y nada ni nadie nos puede separar jamás.
”Monosyllabic Boy”
Se que puede parecer raro tomar una canción de NOFX para describir nuestra historia de amor, pero lo que me pasa es que cada vez que te veo tu belleza me deja sin palabras. O por lo menos con pocas. En serio. A mi que siempre se me ocurre algo que decir. Inclusive en ese velorio al cual no debería haber ido. Pero con vos me quedo mudo. O casi. Lo máximo que puedo decir, y con mucho esfuerzo, es un tímido “no” o cada tanto un pálido “si”. Sin palabras.
”De como en vez de salir a navegar juntos, me hundí en el azul de tus ojos”
No estoy seguro de que alguien pueda tener ojos azules, pero me suelo perder en esas profundidades. No sé si es algo poético u onírico. Porque cada vez que te veo estoy muy cansado y tengo mucho sueño. Y al dormirme mirando tus ojos puede ser que me duerma y sueñe con naufragar en ese mar. Aunque a veces sueño con helados también.
”Ella baila sola”
Nunca vi a nadie tan alegre y despreocupada como vos. Siempre una sonrisa en los labios, dejándote llevar por la música, bailando sola entre las mesas, toda corazón y pulmón, haciéndote canción entre tanto silencio. Sos como las flores en los tachos de basura. O tengo que cambiar las canciones de mi MP4.
”El celeste de tus ojos me hace acordar a otra persona y eso también me gusta”
Ahora estoy casi seguro que tus ojos son celestes. Y ese es un color que ahora me gusta, no se porqué. Quizás porque tiene algo de inalcanzable, de algún lugar a donde nunca se va a llegar. Por eso el cielo debe ser celeste, celeste como tus ojos. Dicen por ahí que “el que quiere celeste, que le cueste”. Y no tiene que ver con colores, ni cuerpos celestes (o tal vez si). Pero si llego alguna vez a algún lugar, me gustaría comer un helado de crema del cielo con vos.

jueves, 11 de octubre de 2007

Pongamos que hablo del clima


Para Jimenita, aunque no me entienda


Sobre el clima – me dijo alguien alguna vez-, tenés que escribir sobre el clima. Todo el mundo habla del clima. Por algo debe ser. A pesar de que no es el único tema del que todos (o casi todos) hablan, según dice una teoría que pensé en ese momento (que se comprobó sólo un rato después). Pero igual el tema del clima me interesó y creo que encontré la razón por la cual la gente habla del clima. Y además es fácil de explicar. Este texto es un ejemplo de ello. Se habla del clima cuando se quiere hablar de otra cosa.

Detrás de un “Lindo día, eh” o de un “Se puso feo, no?” se esconde algo. O sirve para ocultar una frase dicha antes o después o algo q se está pensando en ese momento, pero no se dice. Se habla del clima. Hablar del clima es una forma de esconder sentimientos, palabras, lágrimas, deseos, rabias y amores.

Los taxistas hablan todo el día de drogas, por lo general de noche, pero de día también. Y no paran de hablar. Todo sirve de pie para mantener la misma conversación. El mismo tema: bolsas, farmacias, caños, motoqueros, etc. Pero siempre dejan lugar entre tanta apología para un inocente: “pero está lindo el día, che”.

Evaristo (cantante de La Polla Records) escribió una de las mejores canciones que escuché en mi vida. No sólo por la letra; la melodía es una de esas que al sonar los primeros acordes te ponen la piel de gallina. Quizás porque sabés que es lo que sigue. Aunque los que intenten tocarla estén borrachos. O se olviden la letra. Todos cantan. Y cantan esa letra que habla de una lucha perdida, pero jamás abandonada. La lucha del débil contra el poderoso, la lucha de los que saben que van a perder e igual van a luchar. Cantando. Y la frase que resume todo ese sentimiento es simple. Habla del clima. Ellos dicen mierda y nosotros amén, amén, amén, amén, a menudo llueve”

Bukowski tenía muchas cosas que decir, cosas que a la gente le molesta que le digan. Lo que queda es lo que ves, es duro. Si hablar del clima es hablar de otra cosa. Bukowski lo sabía. Sabía que esos ojos no hablaban de la lluvia. Que la lluvia no es igual para todos. Que nadie dice lo que tiene que decir. Y a él no le importa. Y lo dice y eso le molesta a mucha gente. Y nadie quiere escucharlo. Ninguna radio lo contrataría para decir el informe meteorológico, creo. Sería algo mas o menos así: “Supongo que está lloviendo en alguna ciudad de España ahora, mientras estoy sintiéndome tan mal. Me pregunto que hace la gente cuando se siente mal. Probablemente no hablan de eso. Dicen, “mirá, está lloviendo”, es la mejor manera”.

Creo que ya no estamos hablando del clima. O si. Y esto que pienso es verdad. Y hablar del clima es la forma que tenemos para hablar de algo que por alguna razón no podemos expresar de otra manera. En eso se parece a escribir. Así que la próxima vez que se te acerque y te diga: “lindo día, eh”, miralo a los ojos e intentá ver que te está queriendo decir. Seguro que es algo importante

miércoles, 10 de octubre de 2007

El mal camino


Tal vez elija mil veces el mal camino,
voy a tener que aprender
a vivir otra vez

AC - Negrita

La frase “te están llevando por el mal camino” es una de las mas grandes muestras de ignorancia que se pueden encontrar (perdón Susana). Nadie es llevado por el mal camino, nadie nos agarra la mano para entrar al lado oscuro, nadie nos arrastra. El mal camino se elige. Aún sin saber que se va a encontrar en él.

Entrar de la mano de alguien al jardín de infantes está bien, también entrar así a la iglesia el día de tu casamiento. Pero no se entra así al lado oscuro. Nadie te guía por el mal camino. El mal camino se encuentra. O nos encontramos en él. Puede estar en una esquina poco iluminada, en un disco que nadie escucha o en esa tarde que te escapaste de la escuela. Pero nunca nadie te guía. Es una decisión que se toma, consciente o inconscientemente, y ya no hay vuelta atrás. Un día nos encontramos que ya estamos en ese mal camino. Te das cuenta que sos la persona con la que tu madre te dijo que nunca te juntaras. Y en ese momento alguien viene y te dice: “te están llevando por el mal camino” Y te reís porque sabés que no es verdad.

Acerca de la revolución

"No es casual que los que tienen las herramientas para hacerla no tienen motivos y los que si tienen motivos no tienen las herramientas para hacerla."

lunes, 1 de octubre de 2007

Palermo es al fútbol lo que los Ramones a la música.

El fútbol, como la música, tiene un encanto especial que lo diferencia de otras artes. Es una especie de magia que sentimos al observar una definición exquisita de Thierry Henry, o al escuchar un punteo de Hendrix, admirar una gambeta de Messi o percibir la voz de Bon Scott. Pero si la música y el fútbol se nutrieran solamente de esos instantes mágicos, desaparecerían sin remedio. Si para jugar al fútbol tenés que poseer la habilidad de Messi, nadie, ni una sola persona en el mundo osaría patear una pelota, ni siquiera un bollo de papel. Y si para ser músico se debe tener el talento de un Hendrix (o un humilde Mollo) para tocar la guitarra, Fender no tendría una fábrica, sería un artesano olvidado que construye dos guitarras por año, ya que nadie, repito: nadie, pensaría siquiera en comprar una guitarra (y mucho menos para zurdos).

Pero ni en el fútbol ni en la música existe sólo eso. Hay lugar para los virtuosos, pero también existe una especie de lado oscuro, gemelo malvado o algo así que permite que exista una luz de esperanza para los que le sobran ganas y le falta habilidad, talento o un largo etcétera. Ver a Martin Palermo en la Bombonera intentando dominar una pelota que parece tener vida propia y que irremediablemente se escapa, es una escena que sirve de inspiración a miles de personas. Y esas miles de personas no aspiran a ser goleadores del fútbol argentino, ni siquiera a jugar en la Bombonera y mucho menos que todo un estadio coree su nombre. Quizás solo quieren animarse a jugar un picado en una plaza, la final del campeonato del barrio o un fútbol 5 con amigos por un asado. Y cuando esa pelota se va al lateral, esas miles de personas piensan al unísono: Si, se puede. Y Martín Palermo es la prueba de que se puede.

En la música también hay ejemplos. Si Bono no hubiese visto a los Ramones esa noche, hoy sería un sucio hippie ecologista irlandés, quizás nunca se le hubiese ocurrido usar anteojos en toda su vida. Pero los vio, los escucho y algo cambió dentro suyo. Se dio cuenta de algo que todo el que ve a los Ramones en vivo puede llegar a pensar. Yo también puedo hacer eso. Es fácil. Cuatro personas, cuatro amplificadores, cuatro instrumentos, cuatro acordes. Simple. One, two, Three, Four... Y eso fue el comienzo. Hasta llegar a uno, dos, tres, catorce....

A todos nos gusta ver algo bien hecho, tanto en el fútbol como en la música, ese virtuosismo que tienen solo algunas personas y que por eso son dignas de admiración. Y cuando alguien demuestra una total falta de sentido musical o nula habilidad con la pelota, nos preguntamos: ¿Que carajo hace este tipo ahí? Y la respuesta es esta: El está para que miles de personas en todo el mundo se levanten cada mañana a ensuciarse la ropa en un potrero o a transpirar en una sala de ensayo. Para que el día de mañana alguna de esas miles de personas, las que logren llegar, puedan deleitarnos con sus habilidades, en una cancha o en un escenario. O simplemente inspirar a otros recordándoles que si se puede.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...