-Con ese agujero en el pantalón y tomando cerveza del pico parecés un hooligan – Me dijo Cartucho mientras viajábamos en el auto del Pity al estadio de All Boys a ver a Manu Chao por segunda vez en el año.
Había llovido todo el día, pero la luna asomaba entre las nubes e iluminaba el estadio. Los policías vigilaban el transito y las botellas. Los vendedores vendían (panchos, cocas, cervezas, maní, sanguchaos y.... brownies) Y todos avanzaban lentamente hacia la puerta. No tan lentamente, pero era muuuuuuy larga la cola. Demasiado. Cuando íbamos por la mitad empezaron a sonar los primeros acordes de la Radio Bemba. De alguna manera sabíamos que todavía había mucho tiempo para disfrutar la noche. Nada de corridas.
Y arriba la luna oeeeeaaaa
Entramos al estadio al lado del escenario, un pogo tranquilo se mezclaba con los bailes de la platea y el humo que subía hasta casi tapar la luna. Arriba del escenario ni luces de colores, ni decorados extraños, no esas cosas. Sólo músicos y música. Abajo bailes, gente (mucha) y barro. Mucho barro, pero a nadie parecía importarle. Todos saltando y cantando en el barro como si fuese Woodstock. O como si tuviésemos siete años.
Arriba no hay barro, pero igual se divertían. Y no paraban, ni un minuto. Se fuerza la maquina, de noche y de día. Un reggae dejaba paso a un pogo salvaje, a Mano Negra, a Tonino Carotone, a otro reggae, a una canción tradicional mexicana, a la vaca loca, a Tijuana, a me gustas tú, a otro reggae y vuelta a empezar. Una y otra vez. Y después, Mala Vida. Ahí saltamos hasta llegar adelante. Como un hooligan abrí el camino. Y ahí de nuevo: Garbancito, me ato los cordones llenos de barro y me queda la Mano Negra, Fermín Muguruza, los locos del Borda y otro reggae. Todo sin parar. Casi sin respiro. Se van cien veces y vuelven otras cien, otras quinientas. Las luces se prenden, los músicos se van, pero vuelven. A Floresta. A cantar y a saltar. Ellos no dan más y nosotros tampoco. Pero seguimos. Y cuando todo termina nadie se va. Estamos locos y Manu lo sabe y nos lo dice. Y seguimos cantando y ellos tienen que salir y seguir. Se va el baterista y seguimos. Con las luces prendidas, el barro, la luna. El tecladista se quiere ir, pero seguimos casi como un desafío. Manu pregunta: ¿Quieren más? Y si.
Verlo en el escenario, con esos collares, la camisa abierta, la banda es casi como ver a Bob Marley. Para los que nunca lo vimos a Bob, supongo. Es la resistencia musical, la rebelión internacional, la lucha desde el margen de la ley. Bob simulaba ser atravesado por balas cuando tocaba. Manu también lo hace. Pero el también contraataca, con música, con su postura, con rebelión, con la insurrección. Pero sobre todo con la música. Y en la guitarra empieza a sonar “Machine Gun”.
Es lunes. Ayer, domingo, tocó Manu Chao en All Boys. La única persona que le hubiese gustado ir a ver a Bob Marley (y no sólo comprar una remera) no fue. Si estoy hablando de mi abogado. Pero la vida, como el fútbol y la Playstation, da revancha.
Es lunes. Dormí cuatro horas. Estoy trabajando. Estoy cansado. Me llega un mensaje de
Cartucho. Dice: “boy oooo! ....boy oy oy oy oooo!!"
Y la fiesta sigue.