jueves, 22 de febrero de 2007

El mensaje es medio malo


Muchos proyectos comerciales fracasan por muchas razones que no vale la pena enumerar. Pero hay un tipo de fracaso que por más que quiero no puedo ignorar. Ese fracaso está oculto en algo supuestamente positivo que podría llevar a un negocio al éxito inmediato. Pero no. A veces una mala publicidad es el fin de numerosos emprendimientos.

No me refiero a las publicidades que salen en la televisión (aunque de esas también hay) sino a las que sin querer están diciendo, por una u otra razón, absolutamente todo lo contrario de lo que pretenden expresar.

Lo que más me llama la atención es la horrible caligrafía de los que ponen en cualquier lado “letrista” y su número de teléfono. Más allá de las faltas de ortografía (“se acen carteles”) un letrista tiene la posibilidad de mostrar su trabajo en un mensaje breve, pero efectivo. Forma y contenido deberían asociarse para expresar la misma idea. Pero no. Una y mil veces no. Se entiende si el cartel dice “pica-pica bajada-cordón”, pero no en la publicidad de un letrista.

Otra cosa que me llama la atención es lo deplorable que es el diseño de los afiches de vía pública que anuncian, justamente, la carrera de diseño gráfico en alguna universidad privada. A veces pienso si es en serio o es una joda. Si tienen la posibilidad de encargarle el trabajo a otro, háganlo, para que por lo menos parezca, por lo menos. El problema es que quizás piensan que el afiche así esta perfecto. Quedó hermoso.

Otro problema, casi una paradoja , son los carteles que hay en el subte que proclaman “Si quiere que su negocio prospere, tiene que estar en Internet. La publicidad es de una empresa que ofrece la creación y el mantenimiento de paginas web. Aquí el dilema. Si le hago caso, demuestro que están equivocados, ya que el mejor medio para que mi negocio prospere parece ser...carteles en el subte. Ni una palabra más.

Un mensaje ambiguo puede llevar a una simple confusión o a la ruina de un negocio. El genio que inventó el eslogan para el supermercado Norte que dice “Vuelva, que ahora Norte tiene precio” seguro no pensó en eso. ¿Como que ahora? Yo antes también venía acá ¿Me estaban cobrando de más todos estos años? Igual aprecio la sinceridad.

A la hora de expresar algo en publicidad se debe ser claro y tener en cuenta el medio por el cual se emite (si, eso que dijo Mc Luhan, “el medio es el mensaje”) y recordar siempre las palabras del arquitecto de la Bauhaus, Ludwig Mies van der Rohe: “Menos es más”.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Una teoría sobre la felicidad

Mucha gente suele preguntarme si soy feliz. Yo siempre digo que feliz es una palabra corta, pequeña, pero que encierra algo muy grande. Y digo, feliz estoy ahora, porque no se como estaré mañana.
La felicidad es así. Va y viene. No existe nadie que pueda decir que ha logrado para siempre la felicidad. Y si lo dice, estaría mintiendo. Porque en realidad lo que existe son momentos felices, esos fugaces momentos que te hacen pensar lo hermosa que es la vida, y lo bien que hace vivirla. Como mucha gente dice, son esas “pequeñas cosas” las que más te llenan el alma, las que más te satisfacen y te alegran el corazón. Como encontrarte con un amigo que hace tiempo que no veías, ir a tomar una birra y hablar al pedo, sintiendo que todo es como antes, que la amistad sigue intacta. O como tener un hijo. O verles la sonrisa a tus viejos después de haber tomado unos mates con ellos. O el día que conociste al amor de tu vida. Esos momentos son los que te hacen pensar: “la puta que vale la pena estar vivo!!”. Son esos momentos los que al final de tu vida te harán pensar que haz sido feliz.
Es verdad que mucha gente vive buscando la felicidad. Tal vez eso es lo que los hace felices. Pero creo que esa gente no se da cuenta de que la felicidad está a un paso, delante de ellos. Porque si te pasas la vida buscando la felicidad, no disfrutás de esos pequeños momentos que te hacen feliz solo por un instante, esos momentos que logran alegrarte por unos días o quizás para toda la vida. Terminás perdiendote la felicidad.

lunes, 19 de febrero de 2007

Una teoría sobre la infelicidad.

"Todo el mundo quiere ser feliz
pero no lo puede conseguir"
Todo el mundo quiere ser feliz
Cienfuegos

La infelicidad, así como la felicidad, está ahí. No se puede negar su existencia pero se puede conocer más sobre su justificación. ¿Por que es más fácil encontrar la infelicidad que la felicidad? ¿quien quiere que la gente no sea feliz?.Me gustaría poder contestar la segunda pregunta pero vamos a empezar por la primera. El quien es un misterio que ojalá alguna vez se pueda resolver, así como quien es el responsable del sistema económico mundial.

Las cosas que pueden hacer feliz a las personas por lo general están prohibidas o mal vistas. Desde pisar el pasto en una plaza, correr desnudo por una peatonal o ingerir sustancias alucinógenas. Todo está penado por la ley. Con el objetivo de generar un malestar, una infelicidad de no poder hacer lo que uno realmente quiere. Responder a los instintos más primarios es algo negativo y ahí es donde se aplica el control. Policías en la esquina, cámaras de seguridad, demás autoridades están ahí solo con el objetivo de coartar ese instinto que posibilita la felicidad.

Una persona feliz, sin inhibiciones es difícil de controlar. Si alguien hace lo que quiere, lo primero que se le cruza por la cabeza es tan impredecible como el vuelo de una mariposa, y como tal puede provocar un tornado. Por eso las autoridades buscan la infelicidad de la mayor parte de la población por medio de diferentes métodos. El principal es la prohibición pero también la condena social juega un papel importante. La desvalorización de las clases bajas o populares se basa en que por lo general son las más felices, al no depender del bienestar económico encuentran la felicidad en cualquier lado.

El trabajo es otro de los métodos utilizados para generar infelicidad. Se le paga a la gente para tener trabajos que no quieren, se los obliga a permanecer sentados frente a una computadora haciendo nada con tal que sean infelices. Te pagan para hacer algo que no querés con el único objeto de aumentar tu infelicidad. Y está comprobado que el dinero (que te pagan) no compra la felicidad.

Existen excepciones a esto. Hay personas que trabajan de lo que les gusta, ganan millones y al parecer son felices. Son por lo general futbolistas, tenistas, actores, etc. Quienes además de pagar el precio de la fama (que no se bien cuanto es) sirven para generar una infelicidad mayor en los que saben que nunca van a llegar a tener ni la décima parte de lo que ellos ganan haciendo lo que les gusta. Esta es la parte más perversa del sistema. La gente famosa es un instrumento de la infelicidad y a la vez no puede llegar a ser feliz, por eso es que se casan, divorcian, drogan, suicidan y por lo general después se mueren sin llegar a ser del todo felices. Como el resto de la gente. Nadie escapa.

Actitud Bs As

Hace algunos años hablar de la Capital Federal era hablar de algo inmenso, indiferente y sobre todo gris. Algo así como la burocracia soviética, pero en Argentina. Pero a partir de un descubrimiento relacionado con el diseño y la comunicación la ciudad dio un giro inesperado. Pasó a llamarse “Ciudad Autónoma de Buenos Aires” o C.A.B.A. Para los que gustan de las siglas. Ahora tiene personalidad, presencia, se la reconoce en cada esquina. Ese descubrimiento es la simple unión de dos colores: el naranja y el negro.

Miles de carteles insulsos ahora reflejan a pleno la acción del gobierno de la ciudad en cada rincón. El naranja y el negro se expanden como la sombra de la tarde sobre las grises vidas de los habitantes de la metrópolis. Están en paginas de Internet, carteles, obras, vehículos, guardias urbanos, facturas de ABL, folletos y especialmente en los tachos de basura.

La ciudad está repleta de tachos de basura naranjas con tapa negra, son millones, hasta 3 por cuadra (multiplicando la cantidad de cuadras por 2 da una cifra aproximada). Incluso hay demasiados tachos en cuadras poco transitadas (donde no se encuentra un kiosko en kilómetros). Pero eso no importa, igual hay 3 o más tachos. Uno en cada esquina y otro en el medio. O en cualquier lado, se amontonan tachos en bulevares, rotondas, estaciones de tren, paradas de colectivo, plazas, monumentos, peatonales y avenidas. Creo que cualquier ser humano puede sostener un papel que desea tirar por lo menos 50 metros, por lo que tanto fanatismo por la limpieza resulta por lo menos sospechoso (teniendo en cuenta que los recolectores de residuos embocan 2 de cada 3 bolsas que tiran).

Detrás de la falsa limpieza se esconde una estructura de control similar al panóptico de Bentham. El siguiente paso luego de inundar la ciudad con tachos color naranja fue repartir pecheras del mismo color a todos los policías de Buenos Aires. Cada tacho de basura se convirtió automáticamente en un policía en potencia.

El objetivo de tan maquiavélico plan es claro, mantener controlados a los sectores mas peligrosos y a la vez más vulnerables, los que aparecen cuando cae el sol, cuando todos los gatos son pardos, con sus cuerpos afectados por diferentes sustancias (legales o no) que le disminuyen la visión. No es cuestión de salir a patear tachos de basura por las calles de Buenos Aires (podrían golpear a un policía por error) sino de estar prevenidos.

viernes, 16 de febrero de 2007

Sin Límites

Se dice que los límites son una imposición que se establece entre lo debido y lo indebido. Como fronteras, que supuestamente nos protegen de todos los males y así, poder vivir siempre en sociedades "estables" donde se multa con toda clase de castigos a aquellos que quieran cruzarlas. Sociedades aburridas, rutinarias e impulsivamente represoras contra los que buscan saltar estas fronteras, hacia oportunidades diferentes, que ya no sean manipuladas.
En este mundo repleto de límites, sobrevive el deseo/anhelo de aquellos quienes están cansados que las palabras de quienes mandan callen su voz.
Cansados de los que imponen reglas absurdas, manteniendo el arte de mentir con la supuesta verdad. Cansados de sacrificar sus propias vidas para el placer y lujo de los demás. Cansados de ver odio y rencor desparramados sobre gente indefensa.
Un mundo sin límites, solo sería posible, con personas que sueñen ser libres, que dejen de lado las ambiciones, el egoísmo y que sobre todas las cosas se quieran a sí mismos para poder entender y respetar a los demás.
Un mundo sin límites, significa que todas las personas son iguales, no existe diferencia alguna que justifique la discriminación.
Un mundo sin límites, es buscar la verdad para que no quede en el olvido y para que de una vez por todas, se pueda perdonar.
Esa última palabra es el principio para comenzar una vida sin límites y en busca de la libertad e igualdad. Para no volver a vivir de un pasado borroso y desfavorable en el que sólo lo disfrutan una minoría que se creen tener el poder. No importa la cantidad de personas para iniciar un movimiento o como quieran llamarlo. Creo que para lograrlo se necesita un ideal por el cual hacerse valer. Y es justamente esto lo que ya tenemos, y que es sin lugar a dudas: La Libertad Pura y no una libertad limitada.

jueves, 15 de febrero de 2007

Mi Baradero querido

Creo que viajar a Baradero me hizo bien. Aunque el viaje fue muy pesado porque con el calor que hizo y el colectivo casi sin aire, fue sudorosa la vuelta. Pero en fin, ahora estoy en Baradero, mi ciudad natal.
Siempre tengo la ilusión de que algo va a ser distinto, o al menos alguien va a estar diferente luego de un par de semanas afuera. Pero no, cuando llego esta todo exactamente igual, como si en Baradero se detuviera el tiempo, como si la gente no viviera ni cambiara algo en unos días.
Y eso es lo que más extraño de mi ciudad. Aunque también es lo que más me aleja. Saber que toda tu vida vas a vivir en una ciudad que nunca va a cambiar, que nunca va a crecer y que siempre va a albergar a la misma gente conservadora y sin ganas de ahogar los hábitos, eso, todo eso, es lo que me hace pensar que no voy a vivir mi vida acá.
Mi vida va a estar en la gran ciudad, donde todo el mundo esta en lo suyo, viviendo o corriendo el día a día, preocupados por llegar a horario al laburo, a la facultad o a la escuela y poder llegar a fin de mes. No creo que sea la vida que espero, pero si la que voy a tener que vivir por un tiempo, hasta que pueda laburar de lo que me gusta y tener un buen sueldo. ¿Pido mucho?, quizás toda mi vida va a ser esa que no espero, pero espero que no sea así. Por eso ahora estoy estudiando, para poder llegar a hacer lo que algún día quiero. Porque ¿estudiar?, no creo que a nadie le guste estudiar. Encerrarse 2 o 3 días, o lo que haga falta antes de un parcial, sacrificar los fines de semana, en sí, dejar de vivir los días, todo para al menos llegar a un final. Pero ahora estoy de vacaciones, así que de facultad no voy a hablar.
Como dije, estoy en Baradero. Y como nada cambia y todo es tan rutinario que te agota, te tortura, te aplasta; me puse a escribir. Para al menos hacer algo que valga la pena, o no, pero sí que me saque de este aburrimiento atroz que ya no me dejaba pensar.
Estarán pensando para qué carajo me vine a mi ciudad si es tan aburrida como parece ser. Pero es donde nací y cuesta desprenderse. Además mi familia esta acá, y tengo que reconocer que algo los extraño. Como extraño salir a la calle y saludar todos, ir a visitar a mis amigas, salir el fin de semana. Pero tampoco me voy a poner sentimental. Porque tampoco es que amo tanto estar en Baradero, pero venir de vez en cuando, sólo de vez en cuando, esta bueno. Por lo menos a mí me hace bien.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Memoria Roja

"Un hombre descorcha una botella de vino tinto y procede a servirla en una copa de cristal. De pronto ve, sobre sus hombros, que su camisa está manchada por una gran gota de sangre".

Gatos Negros

En la ciudad, en todas las ciudades, existen historias que involucran algo extraño, fuera de lo común, sin una clara explicación racional. Y todas esas historias coinciden en una cosa: indefectiblemente le sucedieron a un pariente lejano de un amigo del primo de alguien. Bueno, esta historia no es así.

Esto me pasó a mi (si, a mí) hace un par de semanas, un jueves a la noche al volver de la facultad. Esa noche, como todas las veces que salgo tarde de alguna clase, me bajé del colectivo de la línea 42 cerca del Cementerio de Chacarita, caminé una cuadra y doblé en la calle Fraga, justo cuando ésta se transforma en una especie de callejón sin salida, una cortada oscura y poco transitada. Todo era normal hasta llegar a la mitad de la cuadra.

Exactamente en la mitad de la cuadra me detuve y miré lentamente hacia mi derecha. Ahí, encima del capot de un auto estacionado, había un gato negro cómodamente sentado, casi en la misma posición que una esfinge egipcia. Me quedé unos segundos quieto, mirándolo fijamente hasta que el gato se dio vuelta, me miró y volteó la cabeza para volver a prestar atención hacia donde miraba originalmente. Entonces me di cuenta. El gato negro miraba hacia el otro lado de la calle donde, encima del capot de otro auto, un gato negro, idéntico a él mismo, como un reflejo, como dos gotas de petróleo, en idéntica posición, lo miraba a su vez a él.

Como dos guardianes de la calle, sus miradas encontradas formaban una barrera invisible, silenciosa e inquietante. Dicen que algunos espíritus malignos suelen habitar el cuerpo de gatos negros. Pero dicen tantas pelotudeces últimamente…En eso estaba pensando justo cuando pasé por el bar Cronopios donde un perro, sentado cómodamente en una mesa (probablemente esperando al mozo) me ve pasar por la vereda. Probablemente está pensando que estoy un poco loco.

domingo, 11 de febrero de 2007

10 de rutina

Primero: me levanto, voy al baño, preparo el mate, me siento sola en la cocina con la mente en ese sueño perturbador que no me dejó dormir más que unas horas. Para aliviar ese pensamiento o tal vez para distraerme enciendo el primer pucho del día.

Segundo: cosas para hacer tengo pero como ganas no hay me pongo a revisar la casilla de mails: esas malditas cadenas que tanto me cansan y que siempre terminan diciendo lo mismo “si lo envías a tantas personas tu deseo se cumplirá, o tu suerte será mayor”, pienso que eso es pura superstición pero por las dudas lo reenvío; las ofertas laborales que me mandan porque me suscribí a esa pagina para buscar laburo aunque todavía no tengo hecho mi curriculm; y para terminar los correos spam que tanto me agotan. Suspiro, busco el cenicero, agarro el encendedor y prendo un cigarrillo.

Tercero: mi hermana me acompaña en la sobremesa y mientras hablamos al pedo un rato junto los platos y le alcanzo fuego. Por contagio o porque es ritual al terminar de comer me prendo uno.

Cuarto: mate de por medio, libros en la mesa: esa lectura que me agobia y que solo me mantiene entretenida por alrededor de una hora. Casi por inercia agarro el atado y saco otro.

Quinto: suena el teléfono, una amiga que me cuenta cómo pasan sus días, sus preocupaciones, me habla de la facultad y yo que no suelo hablar mucho por teléfono no hago más que escucharla y omitir alguna que otra palabra mientras me fumo un pucho.

Sexto: al mismo tiempo que con mi hermana hacemos la lista para ir al supermercado prendo otro.

Séptimo: aburrida de hacer zapping y pensando que tengo que dejarlo pero que aún no es el momento, enciendo otro pucho mientras mi hermana me dice que no fume tanto que hace mal. La miro y le convido una seca.

Octavo: estoy mirando la tele y esperando a mí hermana con la cena preparada. Mi vista se centra en la puerta y mis oídos están atentos al ruido del ascensor. Como en cualquier espera, nunca falta el pucho.

Noveno: sobremesa, el atado casi vacío. Pongo música y prendo otro.

Décimo: mi hermana se fue y estoy sola. Abro el msn pero no hay nada ni nadie por quien quedarme. Abro el word como si se me estaría ocurriendo algo para escribir. Pienso. Miro las fotos que tengo guardadas en la computadora. Sigo pensando. Prendo el último. Entonces se me ocurre y empiezo a escribir. Como si fumar me ayudara a pensar cosas más interesantes. O al revés: pienso que si sigo pensando voy a tener que bajar al kiosko.

sábado, 10 de febrero de 2007

Moneditas de Mozzarella


Cuando uno conoce a una persona que siempre tiene ideas o propuestas interesantes, uno dice: “que copado este chabón”, y entonces optás por seguirle la corriente.

Pero al paso de unos meses de contacto con esa persona, y con “esas” ideas uno cambia de opinión y piensa “este chabón no para de decir locuras”, pero solo lo pensás.

El miércoles pasado deje de pensarlo para confirmarlo. Estaba en el cine con mi hermana y mi cuñado viendo la película de ¿época? María Antonieta. Mi cabeza para nada estaba metida en el film, más bien estaba volando y pensando que la película estaba muy aburrida y que por qué no me quede en casa mirando tele y fumando un pucho. Al instante me di cuenta del porque tenía que estar en el cine con esas personas. Mi cuñado dijo: “¿viste esas Converse?”. Ahí confirme que estaba loco.

El viernes abro la casilla de mails y leo “las Converse de María Antonieta”. Mi cuñado me había mandado un mail con la foto, como si hubiese predecido que yo pensaba que estaba loco y que no le creía un carajo. Entonces la venganza, entonces el mail.

Después pensé: tal vez no está loco, tal vez la loca soy yo porque me pongo a pensar en esas locuras. Puede ser.

Mis notas hubiesen quedado ahí si mientras escribía esto mi hermana y mi cuñado no estarían presentes. Ella estaba en la computadora y él estaba cortando queso para terminar de hacer una tarta. Entonces dijo hablándole a mi hermana: “son moneditas, moneditas de mozzarella” y mi hermana dice “mm...aja”; y pensé “no la loca no soy yo, son ellos”. Cada uno en lo suyo se hablan sin estar conversando, sí, están locos. No se necesita tener ideas disparatadas para estar loco.

Pero ¿por qué ellos están locos y yo no? ¿Acaso no soy igual que ellos? Quizá ellos piensan que yo soy la loca por actuar como actúo, por decir lo que pienso sin pensar lo que digo.

Ahora estoy pensando qué es la locura. Hoy en día todo el mundo parece estar loco. Pero parece. No lo sé. Aparte si todo el mundo que tiene ideas locas es loco, entonces todo el mundo es loco, porque todos pensamos alguna vez cosas locas. Pero si todos lo pensamos ¿por qué son llamadas ideas locas? No sé. No entiendo. ¿Me estaré volviendo loca?

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