lunes, 19 de febrero de 2007

Actitud Bs As

Hace algunos años hablar de la Capital Federal era hablar de algo inmenso, indiferente y sobre todo gris. Algo así como la burocracia soviética, pero en Argentina. Pero a partir de un descubrimiento relacionado con el diseño y la comunicación la ciudad dio un giro inesperado. Pasó a llamarse “Ciudad Autónoma de Buenos Aires” o C.A.B.A. Para los que gustan de las siglas. Ahora tiene personalidad, presencia, se la reconoce en cada esquina. Ese descubrimiento es la simple unión de dos colores: el naranja y el negro.

Miles de carteles insulsos ahora reflejan a pleno la acción del gobierno de la ciudad en cada rincón. El naranja y el negro se expanden como la sombra de la tarde sobre las grises vidas de los habitantes de la metrópolis. Están en paginas de Internet, carteles, obras, vehículos, guardias urbanos, facturas de ABL, folletos y especialmente en los tachos de basura.

La ciudad está repleta de tachos de basura naranjas con tapa negra, son millones, hasta 3 por cuadra (multiplicando la cantidad de cuadras por 2 da una cifra aproximada). Incluso hay demasiados tachos en cuadras poco transitadas (donde no se encuentra un kiosko en kilómetros). Pero eso no importa, igual hay 3 o más tachos. Uno en cada esquina y otro en el medio. O en cualquier lado, se amontonan tachos en bulevares, rotondas, estaciones de tren, paradas de colectivo, plazas, monumentos, peatonales y avenidas. Creo que cualquier ser humano puede sostener un papel que desea tirar por lo menos 50 metros, por lo que tanto fanatismo por la limpieza resulta por lo menos sospechoso (teniendo en cuenta que los recolectores de residuos embocan 2 de cada 3 bolsas que tiran).

Detrás de la falsa limpieza se esconde una estructura de control similar al panóptico de Bentham. El siguiente paso luego de inundar la ciudad con tachos color naranja fue repartir pecheras del mismo color a todos los policías de Buenos Aires. Cada tacho de basura se convirtió automáticamente en un policía en potencia.

El objetivo de tan maquiavélico plan es claro, mantener controlados a los sectores mas peligrosos y a la vez más vulnerables, los que aparecen cuando cae el sol, cuando todos los gatos son pardos, con sus cuerpos afectados por diferentes sustancias (legales o no) que le disminuyen la visión. No es cuestión de salir a patear tachos de basura por las calles de Buenos Aires (podrían golpear a un policía por error) sino de estar prevenidos.

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