viernes, 22 de mayo de 2009

Rompecabezas los domingos

Los domingos son días para realizar actividades que no se realizan el resto de la semana. Ordenar los discos, el fútbol por televisión, comer facturas, pasear por el parque, comer ravioles y, como hizo Dios, descansar. Pero mi actividad preferida es armar rompecabezas.
Pero los rompecabezas que yo armo de alguna manera son virtuales, imaginarios, pero más reales que los rompecabezas reales. Las piezas son lo más difícil de conseguir, aunque donde colocarlas también se torna complicado. Ahora que lo pienso mejor, casi tan complicado como conseguir las piezas. Y las piezas de las que hablo son recuerdos. Recuerdos del sábado. Del sábado anterior.
Por lo general lo que se tiene es la primera pieza. Y la última. La primera pieza es donde arranca la noche. O la tarde, según el caso y el clima. Y la última pieza es la más extraña. Es con lo que nos encontramos el domingo a la mañana (o al mediodía). Y lo que se encuentra puede ser cualquier cosa, pero siempre sirve para encontrar las demás piezas: botellas vacías, escrituras en la pared, lugares y personas extrañas y también fotos y cosas rotas. Pero la primera pieza la sabemos todos y de ahí empezamos.
Con la primera pieza es fácil, nadie había tomado nada. La segunda es otra historia, pero casi seguro alguien la sabe, después si se pone complicado. El procedimiento para completar el rompecabezas es simple, es un recorrido. De la primera pieza hay que llegar a la última. Pero a veces no es tan fácil. Sobre todo si la última pieza incluye un enano de gomaespuma, dos bolsas de soldaditos de plástico, una licuadora usada, una bolsa de bizcochos de cebolla, un televisor dado vuelta, yo durmiendo con el Pity en el balcón, el sol en la cara, un termo con restos de caipiriña, una botella de Legui o simplemente la sensación de haber participado la noche anterior en “Titanes en el Ring”.
A partir de esa última pieza empieza la reconstrucción. Y toda reconstrucción involucra una confesión. Y entonces aparecen los arrepentidos: desde el clásico “prometo que no tomo Tequila nunca más” pasando por “al auto del Manteca no subo más” y llegando a veces al “Si, el enano me lo robé de la pizzería de la otra cuadra”. Todo se acepta, todo se confiesa con tal de terminar el rompecabezas y dormir tranquilo el domingo.
Y justo cuando pensamos que ya lo teníamos, que todas las piezas encajaban, que todos los que estábamos en la mesa habíamos podido reconstruir la noche anterior. Justo en ese momento pasa alguien que nadie conoce. O que nadie recuerda conocer. Y nos dice con una sonrisa: “como estaban anoche, eh?”.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno atorrante!! lo bueno es que los rompecabezas no siempre son iguales... pero cada ves mas complejos..

Julia dijo...

Buenisimo!! Yo también armaba ese rompecabezas en el que mas de una vez usaba la frase "y yo qué estaba haciendo?" o "en serio dije eso?". Fue genial haberlos armado.

messiel' cartous dijo...

...y justo en ese momento, cuando ya estaba casi armado: aparece el manteca en el auto a toda velocidad arrasando con el tan preciado rompecabezas y te pasa a buscar nuevamente.(esta historia continuara...)

Negro dijo...

Rompecabezas... sos un hdp. Muy buen artículo! Y lo bueno es que los lectores se sienten identificados. Por algo será no?

Miriam Eme Eme dijo...

Excelente!!!!
Paso de dormir con el Pity en el balcón, el resto...me recuerda algunas épocas universitarias!
Slds, Matías!

Adso dijo...

Muy buen post. Te felicito.

Clip dijo...

sobretodo hay que acabar el rompecabezas antes de ir a dormir....si no la noche puede ser larga

Un saludo !!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...