domingo, 15 de mayo de 2011

Soñé con un perro o De donde vienen las ideas


Muchos leen pensando en que todo lo que escribo es verdad, y eso está bueno a veces y a veces no. Porque hasta lo que es verdad, una vez escrito es otra cosa.
Ayer soñé con un perro (puede que haya sido Pimbo, puede que no). Soñé con un perro y es verdad. La verdad más absoluta.
Yo era de alguna manera amigo de ese perro y me acompañaba a todos lados. Y en todos lados los demás perros me miraban. Con esa cara que ponen los perros cuando piden algo. O quieren algo. Y no solo los perros me miraban. También los niños. Pero no parecía que me estaban pidiendo algo. En sus ojos había esperanza.
Después el sueño se pone borroso, estoy durmiendo poco y los sueños se comprimen y se hacen más densos, casi reales, pero siguen siendo sueños y hay cosas que no se pueden explicar. La cuestión es que había como una profecía o algo así. El perro que me acompañaba era una especie de presagio, el perro me había elegido a mí por algo. Yo iba a comandar un ejército de niños y perros. Contra todos los que se me pusieran enfrente.
Me acuerdo que me podía comunicar con los niños casi telepáticamente.  Ellos todavía no habían sido educados para usar solo cinco sentidos, y veían mucho más allá. Yo los escuchaba, los veía de la mano de sus madres planificando un futuro sin adultos. Veía a los perros jugar con los adultos, sumisos, mientras conspiraban con los niños. “Míralos que lindos como juegan” decían.
Y en un momento o yo me decidí, o pasó un cometa o algo y nos juntamos todos en la plaza. Miles de perros, de raza, callejeros, de adorno, de exposición, sarnosos y pelados. Y en sus lomos, con sus sonrisas, sus babas cayendo, sus juguetes punzantes, sus lindos rulitos, miles de niños dispuestos a todo. Yo iba a la cabeza del ejército y nadie podía pararnos, estábamos destinados, tarde o temprano, a conquistar el mundo. Y con un grito telepático (si es que eso existe) nos lanzamos al ataque mientras todos los adultos huían ante el sonido ensordecedor de lo que parecía un solo ladrido. Un solo ladrido. Un solo ladrido me despertó y vi el perro pasando la lengua por mis zapatillas.
Ahora que lo pienso bien, creo que en mi sueño no había un perro. Si, definitivamente no soñé con un perro anoche.
Pero de eso nadie tiene por que enterarse.

1 comentario:

messiel' dijo...

Decime que no te estaba pasando la lengua Facu por favor!

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