jueves, 20 de diciembre de 2007

Perdiendo el respeto

En la medida que nos acercamos al verano, es notablemente evidente la carencia de respeto del hombre hacia la mujer. Nadie discute que el calor es un estímulo sexual muy satisfactorio, pero no creo que éste sea el factor determinante del asunto.
El problema de los hombres con el calor, son las mujeres. Y es que ellas caminan por las calles cada vez más ligeras de ropa.
Visto de esta manera pareciera ser un inconveniente sin demasiada trascendencia. Pero lo que en realidad molesta, es el rol del hombre frente a una mujer en los lugares públicos. Toda mujer aumenta su autoestima cuando percibe la mirada de algún hombre, pero el problema es que en la mayoría de los casos esa mirada pierde el límite que debería imponer el respeto. Ante la ausencia de éste, esa mirada que tendría que resultar dulce, sin mas deseo que el de alimentar un ego y compartir una sonrisa, se convierte en una mirada abrumadora, incomprensible y hasta a veces innecesariamente exagerada.
Si de algo estoy seguro, es que en la vida no se puede conseguir nada, de buena manera, sin la presencia del respeto. Cuando se pierde este valor, es cuando las mujeres son indiferentes a tus miradas.
El respeto, que funciona como una suerte de coraza que ataja los sentidos más salvajes que poseemos dentro, es lo que contiene y reprime los impulsos violentos. Cuando esta coraza se va partiendo comienzan a filtrarse las cosas horribles del ser humano.
Lamentablemente los hombres tenemos una coraza frágil que se parte fácilmente con el calor. Y con el adicional de que las mujeres son más provocativas durante el verano, solo se forma un ambiente deseado para algunas personas pero muy desagradable para otras.

martes, 18 de diciembre de 2007

Una estrella fugaz

Una vez más no tenías razón.
No están tan buenos. Por lo menos en su conjunto. Supongo que deben ser mejores cuando hay necesidad o como novedad. Pero cuando no hay necesidad y la novedad no es novedad....No están tan buenos.
Los ceniceros son muy caros (igual nunca pensé en llevarme uno), la cama es algo hóstil, grande, pero hóstil. Y toda la habitación produce una idea de fugacidad, esa sensación de que es sólo un lugar de paso, que esperan que te vayas pronto, como las cajas de los supermercados y los locales de Mc Donlad´s. Pero por lo general en los locales de Mc donlad´s siempre hay lugar. Y siempre hay uno cerca cuando tenes hambre.
Claro que hay cosas positivas. Pero algunas son sólo circunstanciales. Es bueno tener una televisión y acostarte con alguien al lado. Pero supongo que me gusta la televisión porque no tengo una en casa. Y me gusta la compañia porque ahora estoy sólo. Aunque la verdad, cuando tuve a alguien que me acompañaba siempre; prefería ver la televisión. (algo asi como "prefiero ver el partido de Boca a partirte la boca").
Lo que si vale la pena son los espejos. Eso no puedo discutirlo. Ese reflejo voyeur vale la pena. Ese reflejo que antes veía sólo en ese televisor apagado. Y que ahora refleja todo como si fuera un narrador omnisciente. Por los espejos si, por eso valen algo la pena.
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