lunes, 22 de diciembre de 2008

Todos los Emos van al Cielo

"esta noche no hay gente en la calle
solo veo perros que paseamos buscando pared
para mearnos voy perdido y solo por las calles de la gran ciudad"

Malajo - La Polla Records

Existió una época y un lugar donde no existían los emos ni los floggers ni demás especímenes. El lugar era un pueblo del interior donde alguna vez crecí. Y el momento era ese, el momento en que de alguna manera todos crecimos un poco.

El primero en notarlo fue Marcos. En ese momento hacía poco que lo conocía, pero tenía buenas referencias “Tenés que conocer a Cartucho” me decían – Por que a él lo llamaban así, Cartucho- . Y tenían razón. El fue el primero en darse cuenta de por que los perros callejeros era así, de por qué generaba una nunca sana envidia su total y absoluta libertad.

Creo que estábamos a la vuelta de su casa, frente al Banco Provincia, y tres o cuatro perros destrozaban alegremente unas bolsas de basura. No me acuerdo si lo dijo ahí o más tarde, pero la frase quedó grabada en mi memoria, y creo que en la de todos los que alguna vez escucharon la historia, como un hecho indiscutible. Marcos dijo: “los perros callejeros son los jóvenes que se suicidan”.

Tampoco me acuerdo si era esa la frase exacta, si habló de que el alma estaba en los perros o si mencionó la reencarnación. Lo cierto es que cuando miramos de nuevo vimos a tres o cuatro adolescentes en guerra con el mundo que no los comprende ni los va a comprender, rompiendo sin sentido lo primero que encuentran, sin respetar a nada ni nadie, como perros verdes, libres de todo, como si todas las cosas que alguna vez le pesaron hubiesen quedado atrás.

Puede ser que la moda sea la causa de que cada vez hay menos perros callejeros (también pueden ser los deliverys de comida china). Ahora el suicidio adolescente se compra en cuotas en MTV, se escucha en un mp3 y se arregla con un par de curitas de Bob Esponja. El suicidio ya no está de moda y nadie envidia la vida de un perro de la calle.

Ser un perro de la calle es el sueño de cualquier adolescente incomprendido. No hay que dar explicaciones , ni ir a la escuela, ni seguir reglas, normas, conductas ni obedecer represiones. Cuando éramos jóvenes era importante quien se quedaba hasta más tarde vagando por las calles, pero los perros lo hacen todo el tiempo. Nunca vuelven a ningún lado. Y lo mejor de todo: hacen lo que quieren sin pensar en nada. Si no les gusta una persona ladran y muerden, si los persiguen saben correr, si tienen hambre, comen; si quieren destruir plantas, tachos de basura o lo que sea, lo hacen. Son el no-futuro, la inconsciencia, la rabia (nunca mejor dicho) punk. Son lo que todo adolescente muerto quisiera ser.

Esa tarde la teoría se hizo real, por lo menos para mi, Se convirtió en algo totalmente lógico. Y ese día, que no me acuerdo si era el mismo día en que lo conocí, me di cuenta que tenían razón los que decían que nos íbamos a llevar bien. Y ahora que pasaron varios años de todo esto y que casi nadie da el paso que tiene que dar para convertirse en un perro callejero. Ahora que todos los emos se cortan un poquito, los llevan al psicólogo y después, mucho después se van derechito al cielo y ni siquiera por una autopista. Ahora que tengo más teorías pero en la práctica no uso ninguna, ahora puedo decir que por esto y por mucho más Marcos, o Cartucho, sigue estando ahí donde tiene que estar.

Y yo también.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Alguna vez te dije que "el perro verde" me recordaba a vos.
¡Esa es la actitud! Muy, pero muy, copado. ¡¡¡¡Aplausos!!!

messiel' cartous dijo...

Gracias hermano. "Dios los cría y el viento los amontona"...por algo será. Msl'

Julia dijo...

Yo era un perro callejero. Hasta que maté a mi adolescencia para subsistir. Genial el texto.

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