miércoles, 28 de enero de 2009

La masacre del '31

Cada año decenas de hijos son cruelmente arrancados de sus madres, incinerados y cortados en pedazos. Mientras la mayoría festeja, una minoría es brutalmente maltratada y asesinada. Personas borrachas y sonrientes, reunidas en familia y disfrutando de una cena, son en principio, los culpables de que miles de madres entristezcan ante la inexplicable y cruel ausencia de sus hijos.
La ignorancia, la indiferencia y la carencia de respeto; como así también las culturas, costumbres y religiones son las encargadas de que esta masacre siga aún vigente. Muertes provocadas por la avaricia de una sociedad sin escrúpulos, que desconoce leyes y derechos. Sociedad que se alimenta con sus propios errores en vez de aprender de ellos.
Era una tarde de diciembre y todo pasó tan deprisa que sólo momentos después logré darme cuenta la brutalidad de lo ocurrido a nuestro alrededor. Estábamos Seba, el Alemán y yo organizando los preparativos de una fiesta que haríamos esa noche en lo de Matías, aprovechando que sus padres no estarían en casa y que su hermano Facu prepararía unos exquesitos tragos de frutas y ron. Todo estaba casi listo, Cartucho era el encargado del hielo y nosotros de comprar el pan.
En ese instante y en esa maldita panadería fué donde todo ocurrió. Vimos, a unos cinco metros de distancia, junto a un ardiente y llameante horno, a una gorda de aspecto desagradable que sostenía en su mano derecha una enorme y brillate cuchilla, cortando y eligiendo, de una larga y sangrienta mesa de madera, pedazos de cuerpos quemados.
Seba y el Alemán parecían inmutables ante semejante suceso. Por un instante pensé que no se habían dado cuenta de nada, que no lograron ver a esa gorda llena de sangre. Esperanzado en que la miopía me esté jugando una mala broma me acerco a ellos y, con el estómago anudado, le pido a Seba sus anteojos.
Mierda! Deseé jamás haber pedido esos anteojos y quedarme con la idea de que todo era un malentendido. Que solo era el producto de la mente de un miope que con frecuencia solemos crear imágenes irreales para aclarar nuestra nublada y distorcionada visión. Pero no, todo era real. Noté con claridad a la gorda, su delantal sangriento, esa brillante y enorme cuchilla, las llamas del horno, los cuerpos quemados, todo..., todo era asquerosamente cierto. Inclusible era más cruel de lo que imaginaba.
Y yo ahí sin hacer nada, inmóvil, parado como un pelotudo. Luego de unos segundos miro a Seba y digo:
>>Ey! ¿Viste eso?
>>See, un asco. No se puede creer... ¿Qué querés que haga boludo?
>>¿Cuantos habrá ahí tirados? ...mirá allá hay más!
>>Ni idea Negro, dijo el Alemán. Lo que sí se, es que si ésa gorda me agarra, me corta en mil pedazos.
Seba llevaba el pan y guardaba la plata del vuelto en su bolsillo roto; el Alemán caminaba delante nuestro tarareando "La Incogible" de Zambayonny; mientras yo, con cara de espanto o de idiota (ambas caras son muy parecidas), me iba pensando en la cantidad de chanchos que, cada 31 de Diciembre, son asesinados y arrojados al fuego para luego, ser masticados en familia.

lunes, 19 de enero de 2009

miércoles, 14 de enero de 2009

La leccion de Anatomia

NadieMasQueYo: Cada vez que te veo siento algo aca, como un vacio. Justo aca en el medio de mi corazon.
Estudiante de Farmacia*: esta bien, pero el corazon esta 7 cm mas a la derecha y 5 cm mas arriba.
NadieMasQueYo: vos no me entendes, cuando te hablo y vos no me escuchas siento que el corazon se me parte en dos.
Estudiante de Farmacia: Si tu corazon se parte en dos, deja de bombear sangre, produciendo la muerte instantaneamente.
NadieMasQueYo: Una vez mas la poesia romantica pierde contra la inmutable realidad de la anatomia humana.
Estudiante de Farmacia: Vos siempre hablando de cosas raras...

*La estudiante de farmacia en cuestion ya habia aprobado Anatomia I
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