viernes, 18 de abril de 2008

El fin de la Barbarie

Para los maniqueístas, como para los que adhieren al sistema binario, existen sólo dos posiciones. O están conmigo o contra mí. O uno o cero. Y como todos ven bien estar cerca de la civilización, la barbarie es lo que debe ser eliminado.

“La Barbarie” es el bar de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, en la sede de la calle Ramos Mejía, cerca del Parque Centenario. Es una de las únicas sedes de la UBA donde venden cerveza. La otra es Ciudad Universitaria (el hecho que curse una carrera en cada sede al parecer no es casualidad). Pero este bar, más allá del nombre, se convirtió en blanco para las tropas comandadas por el señor Bush.

Después de una larga investigación, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica decidió acabar con este espacio. Que literalmente desapareció a raíz del efecto de una bomba “inteligente” (inteligente porque fue a la facultad, pero no tanto, porque destruyó casi cuatro manzanas alrededor). Pero los motivos de Bush no fueron los que se podían pensar en un primer momento.

A Bush no le molestó el póster de Evo Morales, ni que sea un espacio autogestionado que no responde a ningún partido político, ni que apoyen la labor de empresas recuperadas, ni que esten a favor del comercio justo, ni que vendan libros “de izquierda”, ni siquiera le molestó la música subversiva que pasan. Lo que le molestó a Bush, lo que se vio al otro día en las pantallas de la CNN y TN, fueron esas imágenes, provenientes de una cámara oculta en la que se ve claramente a un terrorista detrás del mostrador gritando: Mate!, Mate!, Mate! Y eso no es lo peor. La última imagen que se observa antes de que el misil guiado por computadoras impacte, es la de una mujer que grita a viva voz: árabe!, árabe!, árabe!. Y ya sabemos que al miedo no le gusta el terrorismo. Y a la Civilización no le gusta La Barbarie.

viernes, 11 de abril de 2008

La Vida

No es casual, que cada vez que uno se plantea ciertas cosas, como marcar un camino a seguir, buscar las huellas de lo pasos adecuados, proponerse alcanzar un destino, exista una fuerza mayor a contramano de tus decisiones, que se encarga de que una y mil veces, te desvíes de ese camino.
Una fuerza que se autoalimenta en la medida que transitamos ese camino, manifestándose en cada instante mas notable e identificable a causa de sus amenazas constantes.
Esta tan indeseada fuerza, no es otra cosa que nuestra propia vida. Que parece estar, o mejor dicho está, siempre observando desde la vereda de enfrente, para poder atacar y maltratarte.
En principio la vida parece tener un único objetivo. Tratar que nunca puedas cumplir tus deseos, convencerte que el camino elegido es otra vez el incorrecto, darte a entender que seguís meando fuera del tacho.
Pero en la medida que nos aferramos a nuestras decisiones y seguimos el sendero elegido, nos comenzamos a dar cuenta que la vida no pretende terminar con la construcción de tu destino. A ella no le interesa, de hecho siquiera cuestiona, si el camino elegido es el apropiado o no. Sólo trata de que de alguna manera u otra no lo transites. Insiste de forma constante que cuestiones tu elección.
Pese a las dificultades que en principio presenta el camino, uno sigue firme en su desición y comienza a convencerse que eligió el camino correcto. Y es justo ahí, en éste momento de convencimiento y satisfacción, es donde ella descarga sus mejores artilugios para lograr derribarte. No tolera una manifestación de conformidad y es por eso, que la muy hija de puta, ataca en ese momento y no en otro.
Te das cuenta, que a razón de tus decisiones y convicciones, estás enfrentado con tu peor rival a vencer, con el mas temido y jodido rival, está frente a tus ojos tu propia y temida vida.
Te sentís golpeado, aniquilado, pero seguís y pensás a cada instante sus posibles movimientos, para así lograr ubicarte un paso delante de ella en batalla.
Pero te encontrás sin fuerzas, angustiado, humillado, derrotado. Es casi imposible vencerla, siempre está ahí, para persuadirte, confundirte y dispuesta a lo peor de sí, capaz de irse para abandonarte.
Te tiene debilitado, provocás lástima y euforia al mismo tiempo en los demás.
No lográs distinguir tus decisiones a causa de la inseguridad y ese miedo constante que ella provoca.
La vida es muy dura cuando lo desea, puede tratarte como a un perro abandonado bajo un frío ensordecedor y agonizante. Puede lastimarte, herirte y dejarte tirado donde y cuando ella quisiera.
Entonces la comenzas a odiar, hasta el punto en que te enfureces con vos mismo, y al fin ahí logras descifrar el verdadero objetivo de tu propia vida. El por que hace ésto una y otra vez.
La vida te hace enfrentar contigo mismo, logra abrir tus ojos para ver la maldita realidad. Hace que cuestiones tus deseos y objetivos, tus aparentes convicciones y virtudes. Hace que trabajes en vano, para dar cuenta que la mayoría de la veces no alcanzamos nuestros objetivos, por el sólo hecho de no estar seguros en lo que hacemos. No perseguimos de modo eficiente lo que en realidad queremos. Te hace dar cuenta que un obstáculo, es solo eso, un maldito obstáculo para aprender de él y luego patearlo y dejarlo de lado.

Encontrarte con tu vida, es una experiencia de pocos, logra dar cuenta de lo que en realidad es lo importante, dejando de lado aquellos problemas superficiales que antes eran un todo. La solución no es ganarle la batalla a la vida, sino que entenderla, amigarte y juntos salir para el mismo camino.

lunes, 7 de abril de 2008

Media Verónica


Para mi media hermana, Verónica


Me suelen decir que soy un insensible, que soy demasiado frío. Quizás tienen razón. O quizás sólo tengo sentimientos para mi, y para nadie más. La cuestión es que si algo me conmueve o me emociona nadie se entera. O casi nadie. Y a nadie debería importarle. Pero les importa, y lo que le importa a la gente es el hecho que no demuestre nada. Ni ante la muerte, ni el dolor, ni la desgracia. Nada. Y eso de alguna manera los pone en desventaja. Hay algo que ellos no saben. Y que yo si se de ellos.

Pero en realidad no soy tan así. Muchas cosas me llegan al corazón, peo nadie lo sabe. Incluso cosas estúpidas como una canción o una frase en una película. Pero creo que lo peor de todo fue ese lunes.

Ese lunes. Porque tenía que ser lunes, no podía ser de otra manera. Mi abuelo siempre contaba ese chiste que decía “un tipo se murió un lunes, que mala manera de empezar la semana!”. Ahora que me acuerdo de ese chiste tengo que decir algo. No solo parezco insensible, si no que también tengo un humor demasiado negro. Y ácido. Además es inoportuno, un poco irónico y lo peor de todo es que a veces causa gracia.. Bueno, ese lunes, el lunes que me enteré, mal y pronto, de lo que te pasó me quedé sin palabras, fue algo demasiado extraño para mi, una sensación rara, que no recuerdo haber sentido antes. Fue como darme cuenta de que algo que das por sentado no sea así, una especie de inseguridad que te dice que cualquier cosa es posible, que nada es seguro, y que por eso tenés que valorar todo lo que tenés. Es como pensar en un día en el que el sol deje de salir. Y ese día el sol no llegó nunca, ni siquiera a las nueve de la mañana.

Esa sensación de inestabilidad, inseguridad y falta de reacción continuó hasta que te pude ver. Y un poco más también. Porque cuando te vi ni yo era yo, ni vos eras vos. Yo no estaba haciendo chistes ni vos estabas corriendo de un lado al otro. Pero ahí estabas, con algunos cables de más, el optimismo de siempre y una pantalla para decirme lo que yo ya sabía con sólo mirarte.

Y estando ahí, viéndote tan quietita que no parecías vos, solo atiné a agarrarte la mano, para que tengas donde apoyarte y para que yo me de cuenta que estabas ahí. Que si hoy no sale el sol puede salir mañana. Para darme cuenta de qué es lo importante y que lo demás no importa. O importa muy poco. Cuando algo así borra todo, de pronto no importa que la cartera combine con los zapatos o que me olvide de lavar las zapatillas. Todo eso de pronto deja de tener sentido.

Pero ahora estas mejor, sos vos otra vez y yo, para bien o para mal, vuelvo a hacer un chiste que no debería hacer, o si, pero de alguna manera este titulo y esta dedicatoria significan que lo peor ya pasó. Que yo soy yo. Y vos sos cada vez más vos. Otra vez.

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